Israel ha sido el lugar de encuentro de culturas, imperios y religiones desde el comienzo de la historia. Hay que tomarse su tiempo para visitar la cosmopolita Tel Aviv, bucear en el Mar Rojo, explorar el Desierto del Neguev, flotar en las aguas saladas del Mar Muerto y por supuesto seguir los pasos de Jesús Cristo en Jerusalén.
También merece la pena descubrir el estilo de vida de un kibutz, participar en excavaciones arqueológicas, saborear un delicioso falafel, o descubrir las numerosas tradiciones judías marcadas por un calendario que data de más de 5780 años.
Explorar, descansar o rezar; en Israel, hay para todos los gustos.
Visitar Jordania es casi una peregrinación para el viajero interesado en la historia y la cultura. Oasis de paz y estabilidad en una región convulsa, el reino Hachemita es el país un país hospitalario conforme a la tradición beduina.
Recorrida durante milenios por dinastías de pueblos constructores, la orilla oriental del bíblico río Jordán es un destino cultural de primer orden. Faltan adjetivos para describir Petra, la ciudad «rosa-roja» donde naturaleza y obra humana se entremezclan. Sin hablar de la ruinas romanas de Gerasa, de las mejores conservadas de Oriente Próximo.
Pero también es un destino ideal para los amantes de la naturaleza. De las formaciones rocosas del desierto de Wadi Rum que dejaron sin palabras a Lawrence de Arabia a las capas de sal del Mar Muerto que tanto fascina a los viajeros.
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